VSK En La Trampa

A eso de las 9 de la noche, hora de nuestra llegada, ya había bastante parche dentro y fuera del salón comunal del Samper Mendoza. La música que ponían los djs se escuchaba afuera junto con los esporádicos chiflidos eufóricos del público del interior. Después de saludar y charlar con algunxs de los presentes, y de una confusión con lo del asunto de la fila, tuvimos que ubicarnos al final de esa línea de personas que ya daba la vuelta al salón. El horario estaba claro, a las 11 sería la proyección del audiovisual, era lo que importaba, estábamos a penas para entrar. 

La fila se demoró más de lo que esperábamos y pudimos entrar sólo hasta después de las diez al salón. Estaba lleno. La música sonaba fuerte. Un dj en la tarima del fondo hacía sonar  su selección de música -según me contaron- en vinilo. Era un ambiente festivo, de alegría, de expectativa. La cantidad de gente que había  me impidió acercarme a ver la exposición de fotografías y el altar dedicado a la memoria de quienes hicieron sus últimos trazos en el metro de Medellín hace unos años. Aunque me hubiera gustado acercarme, me parecía satisfactorio no poder hacerlo, la gente había copiado, eso era lo relevante. 

¿Y qué más se podía esperar? Necesariamente iba a estar lleno. Pero confirmar las creencias de la mente siempre aporta algo de satisfacción. La gente había acudido de manera masiva no solo a ver un video, lo había hecho para demostrar algo de respeto y por supuesto admiración por este parche que lleva ya un buen tiempo tomándose Bogotá con pintura. Mientras estuve en la fila, vi cómo cada vez llegaba y llegaba más gente. Para la escena del graffiti en la ciudad era todo un acontecimiento. 

Como habían prometido en la programación. La proyección inició a las 11 de la noche. El presentador dio unas palabras y el bullicio emocionado y expectante fue el que dio el aval para que iniciara el video. Comenzó a aparecer el graffiti. VSK, una y otra vez. La estructura del audiovisual estaba dada de manera geográfica. Mostraron cómo país a país, en distintas regiones de sudamérica, sus miembros viajaron para pintar trenes, calles y techos. Toda una exhibición de lo que, después de observación y reflexión personalmente he entendido como graffiti: un acto ilegal que busca tomarse las calles y tanto lugar aparezca, para expresar la presencia de alguien en el espacio público, en las ciudades hostiles y agresivas en las que poco a poco se ha transformado el planeta. 

Un video íntimo de Skill, en el que aparecía, tal vez en su cuarto, haciendo un boceto y mostrándolo ante su propia cámara hizo que la bulla y los chiflidos de admiración llenaran el lugar. Recordé las pocas palabras que crucé con él la única vez que hablamos durante la presentación de su video Intruso. Aún me sigue pareciendo increíble que tal vez uno de los mejores escritores de graffiti en Colombia pudiera mantener una posición humilde y tranquila ante sí, como si se le olvidara todo lo que había hecho meses atrás en sus viajes en la búsqueda de trenes y techos y fuera simplemente otro tema del que se podía hablar. 

Cada vez que aparecía una acción importante la gente hacía un ruido tremendo. Buena, buena hijueputa! Se escuchaba entre el público. Me parecía importante cómo la acción de VSK motivaba a la gente, no sé si propiamente a pintar pero por lo menos a expresarse, a pensar el graffiti, a admirarlo. 

Masomenos una hora después terminó el video. Satisfecho, el público comenzó a abandonar el salón. Nosotros también salimos. Unas cuadras al sur pude ver como un grupo de personas comenzó a pintar tomándose casi todo un muro sobre la diecinueve, me imagino que muchas más lo hicieron. ¿Quién no saldría motivado a pintar ese mismo día, o incluso días después, luego de haber presenciado lo que se vió ese día en el Samper Mendoza?