- Opinión
Lo Ineludible
- Fabián Ávil
Estamos en un momento en el que para nadie es extraño que la palabra Graffiti aparezca de repente. La ciudad está prácticamente llena de intervenciones de todos los formatos y de todos los estilos. Caminando nos podemos encontrar con alguien, que con sus elementos en el piso, se aleja para mirar como va lo que está poniendo en un muro. No hace falta caminar mucho para que después de salir de nuestra casa o de nuestro lugar de trabajo nos encontremos con un graffiti por pequeño que sea. En una sola cuadra se pueden llegar a encontrar cientos de ellos. El gobierno de Bogotá ha invertido cientos de millones de pesos en convocatorias y programas relacionados con el tema. Otras ciudades como Medellín, Pereira, Cali, Villavicencio, entre otras, han destinando recursos a festivales de muralismo que incluyen charlas y exposiciones. Algunas galerías se han dedicado de manera exclusiva a distribuir y exhibir la obra de graffiteros. Las empresas de publicidad están incluyendo en sus portafolios de servicios, murales e intervenciones de gran formato realizadas por personas relacionadas con el graffiti. Turistas de diferentes lugares del mundo llegan a tomar un tour en el centro de la ciudad para visitar diferentes murales del sector. Hay algunas empresas que han dedicado su trabajo a distribuir latas de aerosol entre todas las entidades participantes que hemos mencionado anteriormente. Y la lista de cosas que hay relacionadas con este tema puede seguir creciendo para dar más ejemplos de cómo la palabra graffiti está más presente que nunca aquí y en diferentes partes del mundo.
El graffiti se nos atraviesa, se nos mete por delante y nos obliga a observarlo. Viaja en distintas velocidades a todos los rincones de la ciudad y toma el control de cualquier lugar que dejan libre para que este aparezca. Actúa todos los días del año y no tiene temporadas de descanso. A pesar de que no hay ninguna institución o cuerpo que lo financie sus recursos parecieran no agotarse. Aparece en diferentes formas y en distintas temporalidades.
Esta aparición pareciera ser la constante. Hasta el momento no podemos decir que pueda ser un fenómeno temporal, porque parece no acabarse. En vez de ver un descenso en su crecimiento, aparentemente toma más fuerza. A diferencia de algunos fenómenos musicales o artísticos que pertenecen a ciertas épocas, el graffiti ha seguido constante, sus formas no han cambiado demasiado, y su esencia sigue intacta.
La coyuntura política ha hecho que sea una respuesta, un manifiesto y al mismo tiempo una denuncia de lo que ocurre en el país. Los intentos de represión no han sido suficientes para poder reducirlo. Al contrario, hemos visto cómo en este último mes, grafiteros de diferentes ciudades se han unido para, desde sus conocimientos y tomando la palabra como herramienta, expresarse sobre lo que sucede en un territorio como el nuestro. Algo que evidencia cómo quienes participan en la conformación del movimiento grafiti, han ido profundizando lo suficiente como para llegar a entenderlo incluso como una herramienta política y social.
Hoy más que nunca es necesario sentarnos a pensar y a discutir sobre qué es el graffiti. Qué es lo que motiva a una gran cantidad de personas para invertir su tiempo y su vida en algo que a simple vista parecería una pérdida de tiempo y de dinero. Es necesario hacer una diferenciación y poder acercarnos, aunque suene demasiado ambicioso, a una definición. Una observación que nos permita comenzar a indagar y profundizar en los diferentes temas que de ahí pueden llegar a surgir.
Poner dinero sobre la mesa no es hablar del tema, es una manera de evitar la conversación. Pero en vez de eso nos deberíamos sentar todas y todos a la mesa para preguntarnos cosas e intentar dar respuestas. ¿Por qué se quiere poner un nombre sobre una superficie en la ciudad y repetirlo hasta el cansancio? ¿Hay algo en la forma que está diseñado y dispuesto el espacio urbano como para que mucha gente quiera modificarlo? ¿Cómo se constituye el espacio público? ¿De qué forma nos acercamos a él?
Si hay algo que se presenta como ineludible, la única alternativa que tenemos es abordarlo. Comenzar una observación superficial para poco a poco poder ir profundizando. Entrar a desocultar todo el mensaje que puede haber dentro y detrás de lo que se nos presenta. Sumergirnos hasta empaparnos tanto que no haya diferencia entre quien observa y quien es observado, es decir, hacer una autoobservación. Porque observar el graffiti y estudiarlo es una forma de observarnos como sociedad, como sistema. Es una manera de ver en qué va esto que llamamos civilización, conocimiento. Es incluso un análisis vital.