La Abundancia De Creativos

Ser artista, diseñador, músico, cineasta, fotógrafo o algo por el estilo, en otro tiempo era sinónimo de ganar poco dinero, llevar una vida dura, consumir drogas, perder el tiempo y quién sabe cuántas cosas más pudieran llegar a caber en las mentes de aquellos padres tradicionales y católicos que hubieran renunciado a todo con tal de no ver a alguno de sus hijos en alguna de esas profesiones. Hoy, por el contrario, la demanda de las carreras, cursos o demás espacios académicos, relacionados a los distintos campos creativos, está en aumento. Los padres se muestran más abiertos a que sus hijos quieran ser creativos y no es necesario hablar de cifras para que cualquier persona pueda darse cuenta de eso.

Ahora vemos una gran cantidad de gente en las calles con sus cámaras del cuello o sus ropas pintadas, por no mencionar algunos elementos que se vuelven característicos dentro de todo ese parche en crecimiento. No es raro ya que alguien le diga a uno que es un diseñador, que está preparando una exposición, que tiene un concierto, que tiene una entrega, un laboratorio y otros términos que de un momento a otro se volvieron familiares.  

La cosa ha llegado a tal punto que la mamá de un niño de masomenos 11 años me contó que él le había dicho que cuando grande quería ser graffitero. Eso llamó bastante mi atención porque según lo que yo recuerdo, cuando yo tenía 11 no fue en ningún momento una idea que llegara a mi cabeza y tampoco nunca lo escuché entre los demás niños con quienes me relacionaba. Es todo un cambio en la mentalidad, aunque finalmente no es tan sorprendente. En estos días, como hace tiempo pero en mayor cantidad, hay quienes viven de pintar grandes muros en las ciudades, de hacer dibujos, esculturas, videos y demás cosas. El internet facilita saber esas cosas y por eso muchos tienen una esperanza de llegar a ser reconocidos en el medio. Hay una gran cantidad de consumidores de todos esos tipos de productos, una industria que por lo mismo crece, pero si de algo quiero hablar aquí, es de que también hay bastante competencia. Y ¿por qué es relevante hablar de la competencia? Porque ella, directa o indirectamente afecta la manera en la que  uno, como creativo, se desenvuelve.

Cada colega que sale, podría ser una posibilidad menos de que yo me pueda quedar con este o con aquel trabajo. Si él o ella cobra más barato que yo, las posibilidades de obtenerlo disminuyen. Si de pronto estudió más que yo y lo hizo en otro pais, tengo que comenzar a pasar saliba. Y para completar, si el man o la vieja hace parte de la rosca, mis posibilidades pasan a ser prácticamente nulas.  Si en algún momento a uno se le ocurrió estudiar alguna de estas carreras y pensar que era un poco diferente al tomar esa decisión, bueno pues en realidad cada día que pasa, la cosa deja de ser así y esa idea tiende en general a desaparecer. ¿Tatuajes? ¿Murales? ¿Fotos? ¿Videos? ¿Páginas web? Se le tiene. No más es que diga, porque gente es lo que hay.

Me puse a buscar algo de información para darle algún contexto a la cosa. Según el sistema de información del Ministerio de Educación para el segundo semestre de 2013 se matricularon 14810 personas en cursos que tenían que ver con las artes. La cifra incluye tanto carreras de pregrado y posgrado pero al fin y al cabo todos terminan siendo de alguna manera competencia. Todos salimos al “mundo real” después de años de mundo de fantasía (Universidad o escuela) a competir por los mismos camellos, los mismos proyectos y en muchos casos, cual vendedor ambulante (sin demeritar la práctica), al rebusque. Y no es que la cifra sea alarmante, se presenta más gente a ingeniería o medicina, pero si nos ponemos a ver, de todos ellos, los que terminan sobresaliendo en los distintos circuitos o escenas son apenas unos pocos. ¿Y el resto? Bueno, el resto se queda despedazandose por el resto del mercado que queda, a veces hasta por las sobras. La cosa se pone dura y vivir del arte o el diseño no es tan fácil como lo vimos en primer semestre. Como que los viejitos tercos, conservadores y rezanderos si tenían la razón. ¿O no? Por lo menos, no es nada fácil.

En el 2014 se matricularon por primera vez 471 personas en los programas de la facultad de artes de la Universidad Nacional sede Bogotá. Una cifra que seguro debe estar muy por debajo de la de aspirantes a esos pocos cupos que ofrece una universidad pública. Este semestre ya entraron otros 288 también a La Nacho. Si lo multiplicamos por el número de universidades y de semestres, cada vez se vienen graduando muchos más competidores, y esto es sólo teniendo en cuenta programas académicos. Hay otros espacios como el del tatuaje, el graffiti y el street art que a pesar de que no se encuentran en las universidades también están aumentando en población y oferta. ¿Habrá demanda suficiente para la creciente ola de creativos? El tiempo lo dirá.

La competencia es por oferta, por precio, por calidad, por garantía. Cada quien decide cómo juega en esta jungla de leones hambrientos donde cada uno busca cómo sobrevivir sin por lo menos tener que ponerse una corbata y un vestido todos los días.

Todo esto no es para desanimarlo ni mucho menos. ¿O si? Todo depende de como usted lo vea. Lo único cierto es que la oferta sigue creciendo y si usted es parte de esa oferta, tiene que pensar cuál es la mejor manera de hacerlo. Una vez un man me preguntó cuál era el mejor guitarrista. Si el que lo hiciera más rápido o más lento. Antes de que le pudiera contestar para decirle cualquier cosa me interrumpió para decir: “El que lo haga mejor.” Y eso es totalmente cierto. En medio de una avalancha de personas tratando de hacer lo mismo y de lograr metas similares,  el único que puede destacarse entre ellos es quien lo haga mejor que los demás. Lo cual no requiere de trucos, atajos o la bendición de la mami todos los días en la mañana, sino de un trabajo arduo y constante.  

Retroceda, arrepiéntase o mire para adelante y sea creativo (en serio).

Por: Andrés Villa

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