- Opinión
Dar Cuenta Del Territorio
- Fabián Ávil
Muchas veces he estado en conversaciones donde el tema central es si el graffiti colombiano puede tener diferencias con el del resto del mundo. En éstas, casi siempre aparece el caso de Brasil y su pixacao. Fuera de éste es difícil obtener otros ejemplos concretos. Al dar un vistazo rápido pareciera que hay una forma de graffiti global, es decir, una estructura visual y técnica que se repite en casi todo el mundo. En ese orden de ideas podría llegar a ser difícil distinguir entre una letra A hecha en Francia, una en Canadá y otra en Colombia.
Teniendo en cuenta esta forma global de la que hablo, me gustaría retomar las palabras de Stinkfish en una entrevista que le hice para un texto anterior: “Yo siento que el graffiti es uno solo. Más que nunca yo siento que el graffiti es una sola cosa que está viajando de un lado a otro todo el tiempo.” Ésta idea es bastante interesante ya que podría establecer que el graffiti siempre se mantiene estable, independientemente del lugar en el que se de. De hecho es demostrable. El graffiti ha viajado a todo el mundo sin presentar cambios significativos en su estructura. Por ejemplo, no nos es difícil distinguir entre un tag aquí y uno en Rusia. Hay una estructura que nos lleva a identificar como tag una intervención aquí y otra en otro lugar a pesar de que lo hayan hecho personas de culturas y lenguas distintas. En este sentido, sería inutil tratar de diferenciar el graffiti colombiano del de el resto del mundo.
Sin embargo, el único problema que presenta esta hipótesis sigue siendo el caso de Brasil. El pixacao es graffiti, pero no se acoge a esta estructura global que he mencionado. Su composición y su forma de proceder son distintas. Allí se logra hacer una diferenciación visible del resto del grupo. Lo que quiere decir que se da un proceso identitario, el cual se enmarca específicamente dentro de un territorio. ¿Habría sido posible que esta forma de graffiti hubiera surgido en otro territorio? ¿En Europa o en Asia? Me inclino a pensar que no. De la misma forma en que es difícil que una especie prospere en ambientes o condiciones distintas a las dadas en su lugar de origen, es difícil que una forma estética como el pixacao se hubiera dado en otra región.
Es entonces cuando el territorio toma un gran protagonismo en la conformación de una identidad. ¿Por qué nos es difícil hacer una separación del graffiti colombiano del graffiti global? ¿Es el graffiti colombiano uno sin identidad? Propondría que el graffiti colombiano, hasta hace unos años, habría sido un graffiti sin territorio. No quiero decir con esto que el graffiti deba tener como objetivo lograr una identidad. Tampoco que es malo que la práctica realizada aquí no se diferencie de la llevada a cabo en otros lugares del mundo. Lo que dice Stink sigue siendo verificable y es el resultado de una aguda observación. Sin embargo, en los últimos dos años se han generado cambios importantes.
La situación política del país ha llevado a la población a salir a la calle para manifestarse en busca de distintas reivindicaciones y el movimiento graffiti ha participado activamente en esta movilización. Su capacidad comunicativa ha servido para denunciar y al mismo tiempo para hacer visibles las demandas y los sentires de quienes se manifiestan. Denuncias, demandas y sentires que, aunque pueden sumarse a las de otros países en similares circunstancias, sólo son posibles en un territorio como este. Un graffiti que dice “¿Dónde están? 6402” o “MINGA fuerza minga” solo tiene sentido si se entiende desde el contexto colombiano en su presente.
No puedo decir que el graffiti colombiano hoy tenga una identidad o que se diferencie de manera significativa del resto. Pero si se ha podido observar un cambio. Esta práctica hoy no es la misma de 2018 porque la de hoy es una que está dando cuenta de lo que sucede en el momento presente en su territorio. Es una que ha escuchado y ha prestado atención a la situación de su comunidad. No creo que sea posible hacer una caracterización clara del graffiti de aquí, pero basta salir a las calles para poder decir que lo que se está dando hoy, es un graffiti político, colaborativo, comunitario, popular y, sobre todo, que da cuenta del territorio.