- Opinión
Corporalidad
- Fabián Ávil
Entre los cuatro elementos compositivos de lo informe1 hay dos que se centran especialmente en la corporalidad: la horizontalidad y la pulsión. Estos ponen la mirada en el cuerpo como una forma de sobreponerse al dominio y la verticalidad de la mente y su racionalidad. Se acercan más a la animalidad y a sus formas. Entre ellos encontraríamos lo vulgar, lo sin sentido, es decir, lo no racional y lo visceral.
Si nos situamos desde el paradigma de la eficiencia y la productividad, para éste, la práctica del graffiti es una falta de sentido. Que una persona decida invertir su tiempo, su dinero e incluso pueda llegar a poner en juego su salud y seguridad para salir a graffitear en los diferentes escenarios urbanos; además de no llevar ningún mensaje o algo por lo menos legible, sino, al contrario, un nombre, un insulto, un garabato, un dibujo infantil, entre otros, y a pesar de esto no recibir ningún "beneficio", es algo que jamás será bien recibido dentro de la sociedad capitalista y racionalista en la cual funciona éste modelo.
Hay que ver los cientos de comentarios desafortunados que expresaban alegría por la muerte de los escritores de graffiti en el metro de Medellín, para entender un poco la percepción que tiene una buena parte de la población acerca de esta práctica. Parece estupido, es decir, irracional, que un grupo de jóvenes viaje desde Bogotá a Medellín para escribir 3 letras, que nadie sabe qué significan acompañadas de un vulgar “Duque hp”, en un metro y luego morir en el acto. El mensaje común de quienes juzgan desde la incomprensión y, obviamente, desde el paradigma de la productividad sería: “debieron haber estado estudiando, trabajando, haciendo algo productivo”. Si evaluaramos, allí encontraríamos un buen consenso. Un consenso sobre todo racional.
Podríamos decir ante esto que es una manifestación corporal, visceral, que puede desobedecer a la razón, al sentido. La persona que hace graffiti no necesariamente busca llevar un mensaje, agradar a alguien, alinearse con algún discurso, lo único que busca es hacerlo, llevarlo a cabo, expresarlo; salir a la calle, caminar, agacharse, escalar (ver imagen de portada2), ocultarse, correr, saltar, (actividades netamente corporales) para hacer una intervención en el espacio público. Una intervención que nace desde el cuerpo, desde un sentir que puede no tener en cuenta la racionalidad, la productividad, la eficiencia.
Es por esto que la pulsión es muy importante en el graffiti. Se ha necesitado de ella para que esta práctica haya resultado en lo que nos muestran las grandes y complicadas ciudades en la actualidad. Si no existiera esta suerte de tensión que se expresa a través del cuerpo y de su acción, no tendríamos como resultado techos, vallas publicitarias y Transmilenios pintados. Sin ese impulso, para muchos incomprensible, no se estaría discutiendo el graffiti en la forma en la que se hace hoy. Es ésta la que motiva a miles de personas, en nuestro país y alrededor del mundo, a salir a intervenir el espacio público de la forma en la que lo hacen. Al mismo tiempo, por sus características propias, ha sido el elemento que ha interpelado ya desde hace mucho tiempo a la gente en las ciudades, el que les ha hecho cuestionarse e incluso ofuscarse por la forma en la que poco a poco cambia, lleno de pintura, el entorno.
En gran parte del imaginario social, y gracias a la forma en la que se ha construido el actual modelo económico y político, lo irracional, lo corporal, lo impulsivo, es algo que a todo costa se debe evitar. Es lo que va contra las normas establecidas por el sistema que busca a toda costa el crecimiento, el avance y el sentido, que no puede perder ni desperdiciar un minuto de su tiempo. Y es allí, precisamente, donde encuentro un valor importante en el graffiti. La corporalidad es uno más de sus elementos disruptivos, antisistémicos. Es un elemento que cuestiona la predominancia de la razón y sus formas de relacionarse con el entorno. Es, para mí, una de las cosas más atractivas de esta práctica. Es la posibilidad, aunque sea momentánea, de renunciar a las tantas y absurdas demandas de la vida actual en un ejercicio corporal. Es la oportunidad de decir no me importa, no quiero, no estoy de acuerdo a través de una acción.
1 Bois, Yve Alain - Krauss, Rosalind E. Formless, A User´s Guide. Zone Books. Nueva York. 1997.
2 Imagen de Skill, escalando un edificio ubicado en la cll 13 x cra 30. Tomado del trailer de NO UNDER (2019) en Youtube.