1era Categoría de Análisis: Nombres

Para nuestro ejercicio investigativo, hemos decidido abordar una a una las categorías de clasificación abordadas. La primera de ellas es la de Nombre. Como establecimos anteriormente, el nombre es muy importante en la práctica de la autodesignación, ya que da origen a la misma.

Pocos días después de nacer, se nos es otorgado un nombre. Este nombre es el nombre “oficial”, el cuál queda en nuestra documentación. La decisión de este la toman nuestros padres o cuidadores. Al crecer la mayoría de las personas aceptamos nuestros nombres, ya que socialmente funcionan para identificarnos. No es muy común ver casos de personas que hayan cambiado su nombre de manera oficial, pero en algunos de los casos observados se da por una total incomodidad por el mismo, el cambio de sexo y, en algunos casos, como un ejercicio artístico. 

Otra forma de nombre se da mediante el sobrenombre o apodo. Como en el primer caso, son sujetos externos quienes, por diversas razones, (por el físico, por la profesión, por un suceso, entre otros.) deciden nombrar a una persona en forma determinada. Aunque, en muchos casos se genera incomodidad ante estos nombramientos, algunas personas lo aceptan y lo integran, de tal manera que se presentan como: “Mucho gusto, mi nombre es xxxx pero me dicen o me conocen como xxxx” En la cotidianidad no es raro encontrarse con personas que asumen su apodo como su nombre, de tal forma que luego, las personas a su alrededor también lo aceptan de la misma forma. Hay incluso ocasiones en las que se conoce a alguien por su apodo y no se conoce su nombre oficial.  

Por otro lado, tenemos el autonombramiento que se da más en el ambiente de las artes, comúnmente conocido como “nombre artístico”. De estos casos hay muchos ejemplos. Sin embargo, no es algo que sea relevante o importante en todas las disciplinas. Por ejemplo, un cantante puede, perfectamente, usar su nombre oficial o algún tipo de seudónimo. En este caso, la diferencia con los anteriores, se da debido a que es la misma persona quien tiene la potestad sobre este nombramiento. Aunque puede que se elija por razones de marketing o de imagen, finalmente son las y los artistas las que toman la decisión de aceptaro y usarlo. 

En el caso del graffiti, aunque podría entrar dentro de la categoría de “nombre artístico”, este ejercicio es distinto. La decisión sobre el nombre se da incluso antes de comenzar la práctica. Sin un nombre, no hay graffiti, puesto que es lo que se pretende plasmar en el espacio público. Es por esto que es tan relevante dentro de nuestra investigación.

El nombre puede ser identificado como un nombre usado comúnmente (p.ej. Tomas, Alice, Juda), puede ser una palabra que hace referencia a algo específico (p.ej. Parásito, Mugre, Ansias), o ser una palabra en otro idioma distinto al local (p.e. White, Haze, Train). Para nuestra investigación, de los 152 nombres analizados, 44 fueron identificados como palabras o nombres: 4 nombres y 40 palabras. De ellos 17 eran en inglés y 27 en español. Lo que a simple vista evidencia que en el momento de elegir palabras o nombres comprensibles por el espectador, se utilizan en su mayoría palabras de distinta índole como adjetivos o sustantivos, y aunque el uso del idioma inglés es  importante, las palabras en español son más frecuentes. 

En la mayoría de nombres estudiados, es difícil hacer una relación con palabras existentes, Allí el nombre es una palabra nueva, inexistente. Hay muchos casos en los que su pronunciación es difícil. Esto es relevante puesto que comúnmente los nombres oficiales o los apodos hacen referencia a palabras usadas en el idioma local o son nombres que han sido históricamente utilizados. No es común ver que los nombres oficiales sean nombres nuevos o que haya un espacio creativo para ello. En el graffiti en cambio, el o la artista, es quien tiene toda la libertad creativa  para inventar o configurar un nombre sin seguir reglas o tradiciones. 

Este espacio creativo y el hecho de que no sean palabras fácilmente identificables o nuevas, también puede deberse a una decisión de diseño en la que para algunas personas practicantes de graffiti, hayan letras que son más interesantes visual o estructuralmente. Esto lo podría demostrar el hecho de que una de las letras más usada sea, por ejemplo, la letra “S”. Aquí el nombre se comienza a relacionar directamente con el diseño, el cual no obedece a un nombre establecido de manera previa, sino que busca de alguna manera agrupar un conjunto de letras que visualmente sea interesante para su creador, dejando en un segundo plano la relevancia de la palabra tanto en su significado como en su pronunciación. 

El graffiti también nos muestra que un nombre incluso puede ser un número (p.ej. 109, 90s). Aunque este no es frecuente en nombres de individuos, si es usado para designar colectivos (parches, crews.). También allí encontramos el uso de signos, o personajes que comienzan a identificar a una persona. Esto es interesante debido a que en muchas ocasiones no se conoce a la persona por su nombre de graffiti, así exista sino por el diseño sin letras que plasma en el espacio público. La libertad de decisión está en cada persona interesada en hacer graffiti. 

Otra característica de los nombres usados en la práctica del graffiti de escritura es que estos no se alinean con las normas ortográficas. Las letras pueden ser cambiadas de diferente manera y no son estables. Uno de los cambios más frecuentes es el de la letra C por la K y viceversa. Algunos ejemplos pueden ser el de Skore, cuya palabra en inglés se escribe “correctamente” como Score y también en las siglas de distintos “Crews” donde indistintamente se hace uso la letra C o la K para su intervención en el espacio público. También observamos cómo las letras, (con más frecuencia en la “o”), pueden ser reemplazadas por símbolos o diseños de manera espontánea y como decisión creativa. 

El nombre es susceptible de cambiarse o modificarse en cualquier momento. Hay artistas de graffiti que lo cambian una o más veces durante su trayectoria. Como práctica que subvierte órdenes establecidos, en este caso por las formas de uso del lenguaje, tiende a no obedecer las reglas o a hacerlo de manera parcial, convirtiéndose en un ejercicio que cuestiona al menos, el acto del nombrar y de nombrarnos a nosotrxs mismxs. 

Algunas particularidades que encontramos en los 158 nombres usados en esta investigación son las siguientes:

Constitución: La muestra evidencia, que los nombres son constituídos de distinta forma, en ocasiones haciendo uso de palabras o números, pero en la mayoría de los casos por combinaciones de letras o palabras nuevas que no encajan en los lenguajes abordados para el análisis de esta categoría (español e inglés). 6 nombres estaban conformados por números, 34 se identificaron como palabras en inglés o en español y 118 no correspondían a palabras identificables. 

Extensión: La extensión de los nombres varió entre 2 y 9 letras. La mayoría de las muestras estudiadas (58) estaban compuestas por 4 letras y este mismo fue el promedio de extensión. Es de destacar que solo hay un nombre que consta de 2 letras y solo uno de 9, teniendo este la máxima extensión. Se encontraron 38 nombres de 3 letras, 58 de 4 letras, 39 de 5 letras, 12 de 6 letras y 3 de 8 letras. 

Repetición: En la muestra analizada no se encontraron duplicados en ninguno de los casos. Si tomamos la acción de autonombrarse como un ejercicio creativo, podríamos entender el porqué de esto. Aunque en otros momentos se ha visto la repetición de nombres, no es algo que se observe de manera común. También es conocida la práctica de los y las escritores de graffiti, de usar, o crear nombres que anteriormente no hayan sido usados. 

Frecuencia en el uso de letras: Este fue uno de los elementos al que más le dedicamos atención en nuestro estudio. Siendo la concepción de la letra tal vez el elemento más relevante en la práctica del graffiti de escritura, decidimos observar cuáles aparecían con más y menos frecuencia en la muestra de nombres obtenidas. Aquí pudimos establecer que la letra más usada fue la letra “S” (71 veces), seguida de las letras “A” (69 veces) y “E” (66 veces) respectivamente. Por otro lado las letras menos usadas fueron la “Q”, la “Ñ” y la “X”, las cuales solo fueron usadas solo 1 vez. 

Letras usadas al inicio: Además de las frecuencia de aparición de letras, quisimos también observar cuáles eran las letras más y menos usadas al iniciar los nombres, puesto que esta es tal vez la única letra que aparece completa en las composiciones de graffiti de escritura. Encontramos que las letras más usadas para iniciar los nombres de graffiti analizados  eran, en orden, la “S” (25 veces), la “D” (16 veces) y la “A” (15 veces). Las menos utilizadas en los inicios fueron la “G”, la “Ñ” y la “X” ya que ninguna fue usada al inicio de un nombre en la muestra estudiada. 

Letras usadas al final: Aunque a diferencia de las letras usadas al inicio, las letras finales no suelen aparecer completas, estas son importantes porque al ser un elemento de cierre, son relevantes para las composiciones. Encontramos que las letras más usadas para terminar los nombres de graffiti analizados  eran, en orden, la “S” (28 veces), la “O” (19 veces) y la “E” (18 veces). Aquí observamos que las letras “F”, “J”, “Ñ”, “Q”, “V” y “X” no eran utilizadas como letras de cierre en ninguno de los nombres analizados. 

 

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