El Cartel Más Grande De Colombia

Nosotros llegamos como a las 11 de la mañana a la Universidad Pedagógica. Estábamos sobre la Cra. 13 con calle 72. Había un grupo de gente sentada como esperando. Personas con cámaras que hablaban entre sí. Nos encontramos con uno de los integrantes de Puro Veneno, que nos había invitado para estar ahí ese día. Habían unos extensores gigantes que se habían hecho de otros más pequeños, una caneca amarilla, de las que utilizan las señoras del servicio cuando van a hacer aseo, llena de engrudo.

Al rato se comenzó a asomar un grupo de personas desde el techo de la universidad. Se tapaban el rostro y algunos tenían gafas oscuras. La cosa iba a iniciar. Sacaron la primera parte del cartel: una franja horizontal que decía PELIGRO. Entre las personas de arriba se contaban como unas 6. Abajo éramos tal vez 10 o más. Haciendo uso de algunos rodillos pegaron esa primera parte. Hacía un día soleado y la cosa pintaba bastante bien.

“Eso fue como grande y chévere porque unió como varias cosas… Los del parche somos tres, pero mucha gente metió mano ahí, eso también fue re aspero.” Me dijo un integrante del colectivo Pirotecnia, con quien me reuní unos días después por Galerías para hablar sobre lo que había pasado ese martes anterior al domingo de las elecciones presidenciales.  

Después de lo de PELIGRO iban a comenzar a pegar unas largas tiras verticales. La primera la lanzaron desde el techo. Desde abajo, uno de los extensores, que tenía una forma de “T” ensamblada con tubos de PVC, trataba de agarrar el pedazo de papel. La cosa no parecía muy clara, desde abajo la gente daba sus opiniones. Los de arriba y los de abajo gritaban intentando alguna instrucción, pero al parecer no funcionaba. Subieron de nuevo la tira de papel, para unos minutos después volver a intentarlo. Habíamos estado con el parche de Puro Veneno días atrás acompañándolos a pegar otro cartel no tan grande y estaban intentando hacerlo de la misma forma. En el segundo intento parecían más decididos. De nuevo los gritos y la difícil manipulación de los extensores desde un lado y otro. Otra vez falló y la primera tira se rompió y cayó al piso. Había un ambiente de desánimo generalizado. Yo lo vi más difícil de lo que parecía. La gente seguía comentando desde su perspectiva cuál sería la mejor forma de hacerlo, pero todos se percibían desmotivados ante el aparente fracaso.

“En esa reunión, donde se cuadró lo de cómo se iba hacer el cartel, se pensaron también los espacios. Entonces nosotros propusimos el de La Pedagógica, pues, que siempre ha sido como un punto de lo contracultural, de lo político. Cogimos ese porque también es un sitio re central y aparte porque también es un sitio de votación, que es el de toda esa zona financiera. A parte, porque también teníamos como unos registros de qué localidades habían votado más por Duque en la primera vuelta. Nos dimos cuenta que Chapinero es una zona re Duque. Por eso también escogimos ese punto.”

Después de un rato algunas de las personas que estaban ahí abajo se fueron. Ya era casi la una y nosotros decidimos ir a almorzar para luego volver a ver qué había pasado.

Regresamos y los que primero estaban arriba ahora estaban ahí abajo con el resto del grupo. El método había cambiado. Se había enrollado la primera tira de papel en un tubo de pvc que en su interior había sido atravesado por una larga cuerda que viajaba hasta el techo del edificio. Algunos volvieron a subir.

Desde abajo comenzaron a untar de engrudo la pared en el pedazo donde iría pegada esa primera franja. Los de arriba comenzaron a halar el rollo despacio siguiendo las instrucciones de los que habían hecho ya su parte desde el andén. El rollo flotaba despacio, exigiendo que fuera manipulado con delicadeza, con perfección. Sostuvieron un extremo con rodillos mientras comenzaba a aparecer algo de imagen y se iba adhiriendo a la pared. La primera parte estaba pegada y todo parecía seguir con éxito. Luego más engrudo a la pared y el proceso se repitió hasta que todo ese primer pedazo de papel estuvo pegado. Habían descubierto la fórmula.

“Estuvimos hablando con diferentes parches, con toda la gente que nos colaboró en todo el proceso y dijimos que como que algo que impacta y que es latente y que está ahí son las cifras de víctimas.”

De nuevo el parche estaba más animado. Los transeúntes pasaban y se quedaban mirando un rato para luego seguir con su camino. Las personas que esperaban al frente en una fila para subirse a uno de los buses que van para La Calera, tenían un momento para distraerse. La segunda tira comenzaba a aparecer.  

“Ese muro salió casi gratis. Porque el proyector nos lo conseguimos, el papel nos lo regalaron, algunas cosas como de oficina se sacaron como gratis también, los espacios los prestaron, no se nos fue más de ¼ de vinilo negro entonces también fue re baratísimo y de engrudo no fueron más de $10.000 pesos. Entonces ese muro no salió por más de $20.000 y quedó algo re gigante.”

Algunos se iban, pero luego llegaban otros nuevos. Cada quien aportaba en lo que pudiera. Desde cargar el rodillo con engrudo hasta sostener una cuerda mientras se enrollaba otra tira. Yo discutí con algunos sobre el formato. Y no podía dejar de pensar en todo ese dinero “invertido” en los “Macromurales” del Distrito, todos tan bonitos, tan políticamente correctos.

“La gente solo quiere ver cosas bonitas, pajaritos, animalitos, colores bonitos y para seguir encerrados como en esta burbuja de fantasía de que todo está bien. Y es una lastima que la escena del graffiti, que se supone que es algo re contra-cultural y re anti-sistémico, se venda y se regale a seguir nutriendo eso”.

Todo iba avanzando bien. Llegó un man con pan, un paquete de papas grande y una gaseosa. Se rotaba entre todos, así nadie se conociera. De cierta manera sabíamos quienes estábamos ahí. Era un momento donde no aparecían los egos. Me invitaron a subir para poder hacer unas tomas desde arriba.

“La idea es que así como nos dan, nosotros también darle al estado.”

Uno de los que ya habían estado arriba me llevó a mi y a otro man. A la Pedagógica es difícil entrar porque al igual que en otras universidades siempre piden carné. Pero el celador de esa puerta de la cra. 13 no nos preguntó nada sino que sólo quitó el pasador y nos dejó ingresar. Subimos como a un tercer piso hasta donde había una escalera metálica que finalizaba en una pequeña ventana. Creo que no tenía más de 1 metro de lado. Por ese incomodo agujero teníamos que entrar para llegar a una primera parte del techo. Desde ahí se veía toda la parte central de la universidad que estaba casi vacía porque la gente ya estaba en vacaciones. En esa parte del techo había otra escalera que nos llevaba hasta el punto más alto. Los muchachos seguían trabajando. Solo tenía la otra perspectiva. Me di cuenta que ahí en el piso de ese techo había un ACAB gigante pintado en amarillo, me imaginaba la vista desde un helicóptero.

“Hay como un temor frente a persecución o represalias. Uno sabe como ese alcance de esa red de esa gente. Obviamente es algo que les afecta re directamente y obviamente uno también sabe a qué está ligado toda la política y todo ese parche uribista. Pues, más puntualmente, al paramilitarismo. A veces pensamos, por el miedo, quedarnos quietos un tiempo o irnos del país, pero esa no es la solución porque también es como darle la razón al estado. Entonces creo que nos vamos a radicalizar un poco desde lo gráfico y seguir dándole hasta donde podamos. Seguir haciendo cosas así grandes, seguir uniendo lazos con otra gente que piensa igual.“

Un señor de mantenimiento subió a decir que se tenía que ir y que tenía que dejar todo cerrado. Dijo que iba a esperar un tiempo más. Como hasta faltando un cuarto para las 6. Si no estoy mal aún faltaban unas tres tiras de las siete que componían la parte principal del cartel. Volví a bajar y a atravesar toda la terapia de la ventanita. A la final no estuvo tan difícil como lo había imaginado.

“La idea es seguir haciendo cosas más grandes y más dicientes frente al contexto político.”

Desde arriba le pidieron a alguien que fuera a hablar porque el señor de mantenimiento ya se tenía que ir. Se solucionó la cosa porque alguien de las oficinas se iba a encargar de dejar cerrado. Estaba el tiempo justo para pegar lo que faltaba.

Las últimas tiras quedaron listas. Solo faltaba una parte de abajo. Otra franja horizontal que se enrolló de dos extensores, uno a cada lado, para que fuera abierta a manera de esos papiros antiguos y sagrados, después de que estuviera listo el engrudo. Poco a poco fue apareciendo un texto abrumador: 3’374.281 de víctimas en el gobierno de Uribe (Un voto por Duque es una víctima más).  Se escuchó un aplauso y comenzó a surgir un coro grupal: No Más Uribe.

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