Conocimos A Los Hijos Del Padre

A la entrada unos manes vestidos de arriba abajo con uno de esos trajes blancos que se usan en situaciones de riesgo de contaminación, daban la bienvenida para entrar a ver a los hijos del padre. Debajo del pasamontañas que ocultaba su rostro, un “bienvenidos” era la invitación para entrar al universo de la mancha.

Después de más de dos años de trabajo arduo y con un resultado visible en las más de 40 piezas exhibidas, la primera exposición de Pegatina, para nosotros, fue un gran comienzo. En un momento como el de hoy, donde hablar cháchara, hacer poses y estar en la rosca, es lo que mueve distintos círculos artísticos, es gratificante ver trabajo de verdad. Trabajo que no necesita un discurso teórico, ni fundamentación, ni ningún tipo de justificación rebuscada. Trabajo, trabajo, trabajo, eso fue lo que vimos en Casa Volketa.

Una exploración exhibida. Más que a resultados y piezas finalizadas estábamos asistiendo al proceso de creación, a la exploración, al ejercicio. Esa parte que casi nunca podemos ver en aquellas obras inmaculadas de museo que parecieran haber aparecido por magia divina.  Aquí no había magia, sólo habían dibujos, manchas, pinceladas, mucho negro y blanco. Un poco de todo, tinta, figuras de peluche que bajaron de las piezas para tomar vida, un tributo a la muerte y algo de trabajo sonoro.

De todo lo exhibido, la pieza que resumía, culminaba y encerraba toda la exposición, era para nosotros la de Apocalipsis, el cuadro más grande de la muestra, ubicado en el fondo de la primera sala. Un lienzo de figuras infinitas, que por alguna razón (y por supuesto guardadas las proporciones) recordaba aquel Guernica al que todos adoran. La gestualidad de esta pieza, llevada prácticamente al límite era cautivante. Uno podía salir, dar una vuelta, volver a mirarla y de nuevo encontrar algo que no había visto antes. Un dibujo para ver todos los días, o para no terminar de ver.

El característico trazo de Pegatina Criolla, apareció para, en nuestra humilde opinión, dar algunas lecciones de buen trabajo, constancia y mucho estilo. Es una lástima no haber tenido la oportunidad de visitarla con más detenimiento y sin el incómodo y apretujado ambiente de una inauguración, pero es de destacar el buen momento que atraviesa este dibujante bogotano, y la disposición de Casa Volketa para llevar a cabo buenos eventos como este.